El pasado viernes 9 de diciembre realizamos la última salida de prácticas para patrones de embarcaciones de recreo con atribuciones ampliadas a islas y vela, antes de empezar las fiestas navideñas.

Por mucho que vaya y venga a nuestras islas, tanto a Mallorca, Menorca como las Pitiusas tengo la sensación de que son completamente diferentes en cada época del año y el encanto no se resume solo a la época estival donde quizás la masificación es uno de sus condicionantes.

Este es uno de los motivos por los que los alumnos aún en el más riguroso invierno se encuentran sorprendidos al encontrarnos con el mismo escenario pero con otro decorado, es por ello una buena razón para hacer las prácticas en cualquier época del año.

Sin duda y desde mi punto de vista, como instructor, una buena manera de aprender en lo que consiste, como debe organizarse y que puntos debemos tener en cuenta a la hora de hacernos a la mar con la idea de pasar tres singladuras a bordo.

Si a todo ello le sumamos lo que yo siempre he dicho de que “el barco lo hace la tripulación” tenemos sin duda garantía de una bonita experiencia de la que en muchos casos salen amistades duraderas.

Así fue en ésta práctica donde después de una travesía con el viento justo para alternar vela y motor llegamos a un Fornells decorado de Navidad donde nos pudimos tomar un chocolate calentito unos, un gin tonic otros para reponer fuerzas y regresar a casa.

La travesía nos enseña, entre otras cosas, a valorar aquellos pequeños detalles que tiene el hacer vida al aire libre y que debido al día a día que llevamos a veces no somos capaces de darnos cuenta: una salida, una puesta de sol, una conjunción planetaria, dormir en cubierta bajo la bóveda celeste o simplemente disfrutar de la compañía de una familia de delfines mulares que jugueteando con las olas de la proa del barco nos agradecen estar allí. Estos compañeros de viaje nunca dejan de sorprendernos y como en las tripulaciones de los navios del siglo XVII parece que levantan con su presencia el ánimo y auguran buenos presagios.

Tras veinte horas de navegación llegamos a la bahía de Fornells a las 17:00 con las últimas luces del crepúsculo, armamos y arriamos el bote entre todos con ganas ya de bajar a tierra y hacer un brindis por nuestra llegada, como ya os he comentado, todo nos indicaba que la Navidad estaba presente y en esta época de año Fornells parece aletargado, un bar nos acoge donde dentro cuatro pescadores de “Ses Illes” entran en calor con un buen ron añejo. La copa nos abre el apetito y decidimos ir a “es Mercadal” población que está a apenas diez kilómetros de Fornells.

Allí una pizzería muy conocida nos reconforta, pero no es una pizzería cualquiera, los que os dejéis caer por allí probar la que hacen con una variedad autóctona de setas y cebolla caramelizada (no recuerdo su nombre!).

Con el estómago lleno iniciamos la vuelta. El silencio reina a bordo, mientrastanto salimos de la bahía en negra noche, alejándonos de la cardinal que recomienda mantenerse alejado de los bajos que hay a la entrada del puerto natural. El silencio va impregnado de nostalgia, lo hemos pasado bien y las millas que vamos poniendo por medio hacen que el faro de Cavalleria se vea ya lejos, todos sabemos que es el principio del fin de esta pequeña aventura.

Raúl Serrano

Jefe de Estudios

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(Foto del archivo personal de Raul)

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